LOS ROLES QUE DETERMINAN LA POSTPRODUCCIÓN AUDIOVISUAL
Dentro de la postproducción audiovisual existen numerosos roles en lo que a imagen se refiere – porque al fin y al cabo, etalonador y colorista son progresiones de la manipulación de la imagen – y, como era de esperar, estos roles han ido evolucionando a través de los años a la par que lo hacían las nuevas tecnologías y estándares de industria. Es por eso por lo que, las competencias de los distintos profesionales se han tenido que ir adaptando significativamente para responder a las nuevas demandas y estándares, siendo un claro ejemplo, el mundo de los VFX.
Sin embargo, VFX aparte, dentro de la manipulación del color, también hemos experimentado como coloristas en Gradepunk, numerosos cambios y avances que nos han hecho levantar las orejas y tener que estar al loro de lo que se cuece en la industria para responder profesionalmente a estas nuevas necesidades. Por ello, nosotros también hemos experimentado cambios en nuestro trabajo a lo largo de nuestra carrera profesional, especialmente con la estandarización de la tecnología digital.
En esencia y en base a esto, la figura del colorista ha emergido como una transformación del etalonador, asumiendo tanto las tareas técnicas que antes eran responsabilidad de este último, como las creativas. Si bien, cada uno desempeña un papel único y esencial en el proceso, el etalonaje digital ha permitido que el colorista tome el protagonismo y sea el encargado de manipular el color y el aspecto visual de manera más precisa y creativa, llevando la postproducción audiovisual a nuevas alturas de expresividad y calidad estética.
Pero entonces, ¿qué los diferencia? ¿Qué es lo que determina las responsabilidades y trabajo de uno respecto al otro? En definitiva, ¿qué somos?
EL ETALONADOR: EL ORIGEN DE TODO PROCESO DE COLOR.
Una de las cosas que hay que comprender es que la figura del etalonador es la esencia en sí misma del colorista. Es el orígen de todo lo que hacemos ahora y la premisa sobre la cual se asientan la mayoría de programas de corrección de color.
La figura del etalonador se ocupaba de realizar el proceso de corrección de color dentro de un laboratorio de película analógica. Es decir, que era una perfil profesional con una formación técnica importante, capacitado y conocedor tanto de las emulsiones como de los químicos a utilizar para conseguir un determinado resultado. No era de extrañar, precisamente por esto, que estuviera muy pegado a los directores de fotografía incluso desde la preproducción, ya que podía asesorar sobre qué película era mejor utilizar según para qué rodaje teniendo en cuenta el look final que se desera conseguir.

Con el tiempo, y especialmente con la introducción de la televisión a color, el etalonador comenzó a trabajar manualmente la señal digital. Ahora, se encargaba de este proceso a través de circuitos electrónicos que corregían los colores primarios y aplicaban tintes para dar color a las imágenes; siendo su objetivo principal el lograr uniformidad y coherencia en el color y la calidad de la imagen en toda la producción.

El etalonador básicamente, aborda cuestiones técnicas fundamentales relacionadas con el color, como el balance de blancos, la exposición, el contraste y la saturación. Asegura que todas las tomas se ajusten a un estándar técnico específico y tengan una apariencia consistente entre sí. Esta precisión es esencial para evitar cambios bruscos y distracciones en el color a lo largo de la película, lo que podría afectar la inmersión del espectador en la narrativa.
Y es por esto por lo que solía ser un perfil eminentemente técnico y bastante supeditado a la base de la señal o negativo que tuviera, sin mucha capacidad en cuanto a la alteración y toma de decisiones sobre el look final de la producción que llevase a cabo.
EL COLORISTA: CUANDO LA CREATIVIDAD SE CONVIRTIÓ EN ESTILO
Para que el colorista existiera, se dieron en la historia del cine dos avances fundamentales que lo han convertido en lo que es ahora, en lo que somos ahora: la evolución tan notable de las señales de las cámaras digitales y, como no, la aparición de nuevos programas para la corrección de color que han estandarizado y agilizado los procesos notablemente.
Por una parte, la evolución de las señales de las cámaras ha hecho posible que su edición posterior pueda admitir un mayor número de alteraciones sin perder la calidad. Algo fundamental a tener en cuenta, si por ejemplo, analizamos la complejidad de las paletas cromáticas actuales con películas más antiguas de la era digital. Al admitir un mayor número de cambios y “retoques”, es posible que el colorista se sienta capacitado para proponer y crear de cero looks más complejos, únicos para cada proyecto, que no supongan una destrucción del bruto original de lo que se haya rodado.


Por otra parte, la evolución de los programas de corrección de color como DaVinci Resolve; apostaron por la optimización del trabajo, por el uso intuitivo de sus interfaces y especialmente, por cubrir necesidades que pudiera tener cualquier proyecto. Al principio, como es lógico, los programas comenzaban por cubrir necesidades sencillas, básicas y que surgían de forma sistemática en el día a día de cualquier colorista, por ejemplo: balance de blancos, correcciones primarias, importación y exportación de archivos… Pero con el tiempo, e incluso con la incursión de ciertos plugins y LUT’s, lo cierto es que, como coloristas podemos cubrir casi de todo.

Entonces, ¿qué provoca todo esto?
Pues la historia es que la suma de mejor señal de cámara + mejores programas nos da como resultado la libertad.
Suena genial, ¿verdad? Y lo cierto es que sí.
Gracias a esta libertad, la personalización que puede darte el trabajar con un colorista es prácticamente ilimitada. Para nosotros, como profesionales, supone un reto y un gusto el poder decir que asumimos un doble rol: técnico y creativo, que seguramente a nuestros predecesores, los etalonadores, les habría encantado tener.
En definitiva, el etalonador y el colorista no son caras de una misma moneda, no se es lo uno o lo otro. Somos más bien evoluciones que responden a necesidades. Supervivientes de lo que antes fuimos. Aunque lo cierto es que aún existen, como es lógico, etalonadores súper profesionales dentro de la industria porque al fin y al cabo, mientras siga habiendo películas que se rueden en analógico, siempre necesitaremos contar con ellos en algún momento.
Pero lo cierto es, y como probablemente sabrás, el rodar en analógico hoy por hoy es un lujo que muy pocas producciones se pueden permitir por los elevados costes que conlleva. Es por eso por lo que al final, la figura del colorista resulta ser mucho más accesible a todos los niveles de producciones audiovisuales, desde cortos de carreras de cine hasta películas que abren festivales de cine internacionales.
En esencia, el etalonador y el colorista son respuestas a preguntas, soluciones a problemas y, como decía antes, evoluciones que responden a necesidades. Y lo mejor, es que probablemente surjan con los años, nuevos perfiles de coloristas y etalonadores, quizá con otro nombre y con funciones que aún ni nos imaginamos, ¿igual expertos en hablar con IA’s? ¡Quién sabe!
Lo esencial es que al final, tal y como hacemos en Gradepunk, nos mantengamos a la vanguardia del color, interesándonos por los nuevos avances para nunca perder nuestra esencia cambiante y voluble, de personas capaces de evolucionar con los años sin perder nunca su pasión por el color.